La máquina del tiempo
- Gabriela Vallejo
- 25 oct 2020
- 3 Min. de lectura

El tiempo es una obsesión que se hace presente cada día, que nos influye y transforma sin que nos demos cuenta, y que, además, no logramos definir con exactitud. A través de nuestra percepción, el mundo es una continuidad, del pasado hacia el futuro. El presente, bajo la presión de ambos, es quizá el momento más inaprehensible. Y es que estamos acostumbrados, con razón o sin ella, a que el presente no se entienda sin esos dos polos. En ese orden, el pasado sigue teniendo una gran fuerza en nuestra vida diaria y nos atrae como una puerta abierta hacia cosas inconclusas. Por eso tal vez, en nuestro imaginario, necesitamos algo externo, como una máquina del tiempo, para poder llegar al pasado, que es un presente que se nos escapó sin que pudiéramos hacer aquello que pensábamos como necesario, o bien, que esconde un sentido para nuestro momento actual. La primera vez que vi una máquina del tiempo fue en la televisión, cuando yo era muy pequeña: se trataba de la cabina telefónica azul de Doctor Who, en un capítulo sobre los aztecas. Ese capítulo antiguo me conectó con esa parte de la historia de México que todavía no conocía. Era una ventana en blanco y negro que sugería que podíamos entrar en otros tiempos para ser parte de ellos, si encontrábamos el medio correcto para llegar ahí.
Dado que hablamos de un continuo espacio-tiempo, se trataría en realidad de una máquina espacial que viaja no solo entre tiempos sino entre mundos. A mí me parece que lo central de este tipo de viaje es que inicia con nosotros mismos, con nuestra inquietud y nuestra afinidad por encontrar causas, razones, explicaciones de lo que ha sucedido en una época determinada, y a diferencia de la investigación histórica, tratar de influir, situándonos en ese filón temporal como actores y protagonistas. Nuestro punto de vista sería cómo un vórtice que atraviesa las líneas temporales que estarían pasando simultáneamente, y que, al escoger alguna, entramos a ella con toda nuestra conciencia y nuestra experiencia. Sin embargo, según la teoría de los universos paralelos (MWI-Many-Worlds Interpretation), cuya base es la mecánica cuántica, todas las posibilidades de nosotros mismos están sucediendo también al mismo tiempo, como múltiples yo en multiversos simultáneos. En este caso, nosotros seríamos la máquina del tiempo, y en esa multitud de oportunidades que nos conforma, podríamos hacer un salto cuántico entre pasados y futuros según nuestro deseo y la fuerza de nuestra intención. Esto todavía parece complicado, pero algunos aseguran que es posible abriendo las puertas de la percepción hacia un nivel energético más sutil.
En cualquier caso, dentro de ese contexto en el viaje al pasado (o al futuro), cambiar la historia tal vez no sea un hecho catastrófico, pues ese cambio ya existía como posibilidad. Parecería que este escenario de ciencia ficción nos llevaría hacia lo que todavía nosotros no podemos hacer solos, y buscamos ayuda afuera para tratar de entender lo que siempre hemos tenido dentro. Y eso me trae de vuelta a Doctor Who. Cuando la nave TARDIS viaja al México de los aztecas, no es posible ver las cosas impasiblemente. Si se viene del futuro ya se conoce la civilización que visitamos (la compañera del Doctor, Bárbara, es una experta en el tema), y también aquello que nos lleva a nuestros límites: la cuestionable práctica del sacrificio humano. Cuando se enfrenta un acto extremo, es muy difícil quedarse al margen, y es esa respuesta emotiva la que engancha a los espectadores y nos hace preguntarnos qué haríamos en su lugar. Tal vez preservar la historia no sea tan importante dentro de este escenario. Todo acto reflexivo tiene consecuencias en nosotros y en los que tenemos enfrente, aun cuando pertenezcan al siglo XV. Si todo está en potencia de cambio, y el pasado es una dimensión viva, el viaje en el tiempo no solo es aconsejable sino inevitable. De alguna manera, ya lo hacemos con la investigación histórica, pero lo que propone la máquina del tiempo es un viaje total, hacia un tiempo conocido o desconocido, pero que en todo caso nos muestra un espejo de nosotros mismos en todo nuestro potencial dispuesto hacia la transformación, siendo acreedores, incluso como cultura, a segundas y terceras oportunidades.
Comments