top of page

El corazón desencarnado de Tenochtitlan y los nuevos tlatoanis

  • Foto del escritor: Gabriela Vallejo
    Gabriela Vallejo
  • 5 jun 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 7 jun 2021


Foto Kendall Smith



Hay lugares que son centros naturales, pues han visto tanta creación y destrucción, que se ha forjado un vórtice. Muchas fuerzas encontradas circulan siempre, pero al final se han alineado para permanecer juntas como un proceso de conciencia, como gigantes mirando hacia el fuego que ha sido la forja de un país con muchas caras.


México sigue siendo una ciudad y un país de caminantes. Desde el sur, más allá de Centroamérica, hasta el norte del continente, y viceversa, y tal vez desde un pasado asiático mítico. Nada es un verdadero obstáculo a ese continuo caminar. Y para los que estamos “lejos”, siempre hay un eterno retorno. Porque, en realidad, nada está lejos. La vuelta está ya incluida en el movimiento, pues ése es el sentido: partir para regresar distinto gracias a la experiencia. En el cambio de perspectiva se establece un diálogo constante, como ha sucedido con nuestros gigantes: la pirámide y la catedral. A través de ellas hemos comprendido que no hay creación sin destrucción, aun cuando en ambos casos haya sido excesiva. Pero a pesar de eso, se ha creado el diálogo que ha sido la fundación de una nueva identidad. En otros tiempos, la violencia era inevitable, en ese círculo constante de vida y muerte. La pirámide y la catedral eran ambas una puerta hacia la divinidad, hacia el más allá, con raíces profundas en la tierra y esa relación había establecido una lógica. Y la política, que actualmente preconiza el olvido de lo que no nos gusta, no puede borrar la historia.


Desde antes de la llegada de los españoles a la ciudad lacustre, las aguas también eran las venas por las que corría la vida y la muerte. En Pantitlán, la laguna de agua salada, se sacrificaban niños adornados con chalchihuites, con collares hechos de jadeita, junto con las ofrendas de comida y vasijas que se ofrecían a las deidades de las aguas. Del otro lado de la moneda, las aguas de los canales también fueron testigo de la matanza del Templo mayor hasta el “Puente de Alvarado”, donde Pedro de Alvarado se retiró con sus tropas, salvándose él del ataque indígena al lograr usar, según se cuenta, una lanza como garrocha para escapar. Este tramo de la calzada México-Tacuba va a perder su nombre, en un esfuerzo del gobierno actual por borrar su ignominioso origen para lo que ellos consideran que es la historia nacional. Sin embargo, cambiar los nombres no cambia la historia. El sentido de aquello que se ha vivido permanece. Así que el caminante que va hacia la gran plaza central tiene la sensación de estar frente a diferentes mundos que ya son uno.

Al parecer esa disparidad de orígenes es lo que se pone de manifiesto cada vez que hay conflicto, cada vez que se enfrentan las ideas, las decisiones, las emociones. Y hoy se establece de nuevo en la lucha electoral, una contienda en donde los conflictos del pasado resurgen, sobre todo aquellos del siglo XIX, aquellos en donde el surgimiento de la nación (surcada por una constante guerra civil) se creó tratando de borrar tres siglos de historia. Pero nadie puede caminar sobre el vacío.


El único proceso que puede ayudarnos en esta encrucijada es la anamnesis, que proviene de Platón, que es la teoría de la reminiscencia, un ejercicio de memoria que el alma debe hacer al entrar en un nuevo cuerpo, en un nuevo ciclo histórico. El alma, para Platón, gracias a las Ideas que la preceden y la conforman, han generado un proceso histórico que forma parte de su ser, de su origen, de su desarrollo. Para crear algo, se echa mano de algo que ya existía antes, de otras ideas, de cosas que se han visto y que se han creado. Nada sale de la nada, salvo la creación primera, salvo un soplo divino, que para mucho solo existe en la teología pero que en realidad sobrepasa todas las fronteras de la mente. A partir de ahí, todo pensamiento requiere de la historia, incluso para hacer un salto al vacío. Igualmente, todo momento de decisión, todo movimiento político requiere que se haga una proyección hacia el futuro, pero siempre a partir de donde se está parado, a partir de quien se es, en toda su complejidad.


Ningún partido político que pretenda separar a las personas puede llegar a consolidarse ni a llevar a una nación al crecimiento. Para pensar en un futuro, hay que volver al corazón, ahí a dónde habitan muchas culturas distintas, a donde se ha destruido y se ha creado, a sangre y fuego, siglo tras siglo. Y no solo aquí, sino en el mundo entero, en donde se han conquistado todos los territorios del planeta, una y otra vez. Ahora toca reconocer que somos hijos de mil padres, de todas las civilizaciones que se han comunicado por mar, tierra y aire. Y hemos perecido y crecido en el fuego. Toca aceptar la herencia y hacer la paz con ella. Desde mi punto de vista, ese es el único camino de transformación viable.

 
 
 

2 Comments


badiap12
Jun 08, 2021

Excelente nota, siempre hay que tener viva la memoria, esta dignifica a los

Like

Paco Mendoza
Paco Mendoza
Jun 05, 2021

Cierto, mañana tenéis elecciones que ojalá supongan alguna mejoría para ese gran país, "tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU", afligido por tantos males. Besos

Like
bottom of page